- Crear un ambiente tranquilo, confortable, no bullicioso, seguro y acogedor. Este ambiente familiar tranquiliza al enfermo y le permite estar relajado. Evite comentarios frente al paciente que lo puedan alterar.
- Fomente habilidades para establecer una buena comunicación, aparte de las palabras, es posible comunicarse con gestos: acercando tu cara a la suya, con caricias, con canciones y movimientos corporales suaves que le den tranquilidad. Este tipo de comunicación se llama comunicación no verbal, y es muy importante saber entenderlo y expresarse por medio de ella.
- Intente acercarse y comprender las necesidades básicas del enfermo. Aunque el, no sea capaz de expresarse con palabras, la relación afectiva facilita el conocer dichas necesidades, que puedan ser solo las de compañía, seguridad, cariño, etc.
- Identificar qué situaciones desencadenan los trastornos de conducta, hay que conocer todo aquello que altera y al paciente, si no está presente cuando ocurra, pregunte a las personas que presenciaron el episodio, se pueden prevenir.
- Permítale su autonomía hasta donde sea posible y no lo agobie con un control excesivo en miras de brindarle protección.
- Eduque al enfermo para facilitarle el cumplimiento de sus actividades en la vida cotidiana, una rutina diaria organizada y variada le dará seguridad y evitará la monotonía. Tenga en cuenta que llega un momento que no puede hacer las actividades por sí solos, en este momento busque ayuda especializada en el tema.
