La prevención para que una persona
mayor no caiga en el abismo de la vida sedentaria es un reto para todos los
profesionales. Pero, sin duda, lo que tendrá que mejorar y crecer es la atención
humana, la atención profesional y el tiempo dedicado a las familias y a los enfermos
de Alzheimer; hay que incluirlos en nuestra sociedad.
La calidad en la salud, la calidez y
buen trato en la atención a los mayores y, sobre todo, a los que padecen la enfermedad
de Alzheimer, son necesarios por sencillas razones: primero porque todos llegaremos
a viejos (aunque lo neguemos) y segundo porque todos tenemos una gran probabilidad
de sufrirla, ya que en su mayoría se manifiesta de forma esporádica. Es decir,
nadie está exento de padecerla, y además, los factores genéticos se presentan
solo en un pequeño número de familias.
Cuando aún no disponemos de la cura
para la enfermedad de Alzheimer, podemos apostar por qué hay factores que
inciden positivamente en el retraso o en el progreso de esta enfermedad. En
muchos casos pueden mejorar sus procesos de deterioro cognitivo y sobre todo,
su calidad de vida.
Aquí cabe mencionar la importancia
que juegan dos características del cerebro para ayudar a disminuir su
deterioro, que en última instancia, puede ocasionar demencia o Alzheimer al
menos en etapas leves y moderadas:
- La neuroplasticidad cerebral, respuesta que tiene el cerebro para adaptase a nuevas situaciones restableciendo el equilibrio alterado, después de una lesión cerebral.
- Y la reserva cognitiva, que es el mecanismo activo del cerebro que nos permite utilizar los recursos aprendidos en la educación, profesión o inteligencia premórbida en nuevas situaciones o aprendizajes.
En la Fundación Alzheimer en Cali
hemos desarrollado en estos 21 años, un modelo de Intervención Multicomponente,
en el que su primer eje de atención es el paciente con demencia y/o Alzheimer.
Está sustentado teóricamente, por la
efectividad de las terapias NO farmacológicas que son definidas como una
intervención no química, focalizada y replicable, realizada sobre el paciente o
el cuidador y potencialmente capaz de obtener un beneficio relevante. Los
dominios relevantes para medir el efecto son la calidad de vida, la cognición,
las actividades de la vida diaria (AVD), la conducta, la afectividad, el dominio
físico-motor, el bienestar y calidad de vida del cuidador, la
institucionalización y los costos.
Cuando los pacientes entran a
realizar nuestros programas terapéuticos de estimulación cognitiva que varían
según el grado de deterioro cognitivo y funcional presentados, podemos observar
resultados positivos desde el primer mes. No solo en áreas cognitivas como
atención y concentración, sino también en la motivación, el estado de ánimo y
la ejecución de actividades en la vida diaria, ayudando a combatir la apatía,
el aislamiento y la depresión e irritabilidad, síntomas frecuentes de la
enfermedad.
Así mismo, otros resultados generales
observados a largo plazo en nuestros pacientes que debemos resaltar son:
- La reactivación y el mantenimiento de procesos y funciones cognitivas preservadas de la persona.
- La Conexión del paciente Alzheimer con el entorno, aumentando su autonomía y socialización.
- El mantenimiento del componente lúdico y motivacional, la interacción con iguales, el sentido de pertenencia y actitud participativa frente a la vida.
- La expresión de sentimientos y el fortalecimiento de valores como solidaridad y cooperación.
- Contención emocional y superación de sentimientos de minusvalía, aislamiento, soledad y abandono.
- Experiencias de resiliencia a partir de vivencias que los dignifican y reconocen como personas a pesar de su desintegración neurológica.
- Retraso en la institucionalización.
- Disminución de alteraciones de comportamiento y conducta.
De la misma manera, hemos constatado
que “aunque la enfermedad de Alzheimer aparezca, es posible trabajar en la
prevención de un deterioro aún mayor”. De hecho, hay muchos estudios científicos
que trabajan en esta línea, los más relevantes han sido realizados en los E.U.,
Reino unido, Holanda, Francia, Taiwán, China, Italia, Islandia y España.
Cada vez, es decir, le apostamos más
a la Plasticidad Cerebral y a la protección de la emocionalidad del paciente. Cabe
mencionar otras posibilidades para intentar prevenir o retrasar la enfermedad
de Alzheimer tales como:
- 1. El ejercicio físico: se debe tener un programa de actividad bien estructurado que tenga actividades de resistencia (fuerza), actividad aeróbica suficiente como para acelerar la respiración y frecuencia cardíaca: caminar, bailar, andar en bicicleta etc.
- 2. La nutrición correcta: llevar una dieta saludable reduciendo el consumo de sal, de alcohol, gaseosas y bebidas azucaradas, consumo de carnes rojas; aumentando frutas y verduras, pescado, Omega 3, moderando carnes rojas, lácteos y huevos.
- 3. Las buenas relaciones sociales y la participación social: no quedarse solo en casa, disfrutar el tiempo libre, conocer y experimentar espacios nuevos en los que se pueda incluir y participar, salir de la rutina diaria, voluntariado, ayudar a otros etc.
- 4. Cuidar su corazón: controlar la presión arterial, dejar de fumar, controlar el colesterol, cuidar el peso y controle azúcar o glucosa.
- 5. Desafiar el cerebro: Mientras más usamos nuestra mente, mejor podría funcionar nuestro cerebro, los ejercicios mentales rutinarios logran generar nuevas conexiones en las neuronas que son las encargadas de la memoria y el aprendizaje. Mantener actividades que le gustan: jardinería, trabajo manual, escritura, lectura, etc. Escuchar música y cantarla, realizar ejercicios de ingenio como sopa de letras, sudokus, crucigramas. Leer temas de interés, practicar o aprender otros idiomas, leer textos cortos y tratar de memorizarlos etc. Jugar: cartas, ajedrez, domino, parqués, etc.
Desde el ámbito de los servicios
sociales para las personas mayores, se recomienda actividades en grupo como:
- Grupos de gimnasia: medicación Yoga, Tai-Chi, Chi-kun etc.
- Actividades culturales: Cine, viajes, pasear, conocer personas y lugares nuevos, clases de arte, cocina, eventos culturales como teatro, exposiciones, clases de historia, etc.
- Actividades de voluntariado social: cada vez hay más gente que se jubila y queda sin actividad, por lo tanto, las instituciones o entidades educativas y sociales deben incluir a los mayores, en actividades en las que puedan aportar y compartir con jóvenes, sus experiencias y habilidades.
- Talleres de estimulación mental: actividades en las que los mayores puedan aprender técnicas y estrategias para mejorar su rendimiento intelectual
- Contacto con los animales
- Practicar la risoterapia
- Actividades que tengan contacto con la naturaleza.
Por: Jaqueline Arabia Buraye,
Neuropsicóloga,
Directora de la Fundación Alzheimer
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