Su abuelo es su ídolo y eso es algo que ni la enfermedad del Alzheimer va a cambiar. Compartió con él toda su vida. Siendo un bebé empezó a admirarlo y hoy, varios años después, sigue haciéndolo muy de cerca. Sus visitas a la Fundación son constantes para demostrarle constantemente todo lo bueno que siente por su abuelo, Rodolfo Amaya.
Se trata de uno de los beneficiarios que tenemos en la Fundación en Cali y hacia quien va dirigida la carta de Mau, su quinto nieto. Palabras de amor, admiración y respeto, sentimientos que le demuestra día tras día en la compañía que le hace en su situación actual con la enfermedad del Alzheimer.
Mau abrió su corazón. En esta oportunidad, el Alzheimer que padece su abuelo se convirtió en la excusa que los une y que le permite decir cosas como estas:
Se trata de uno de los beneficiarios que tenemos en la Fundación en Cali y hacia quien va dirigida la carta de Mau, su quinto nieto. Palabras de amor, admiración y respeto, sentimientos que le demuestra día tras día en la compañía que le hace en su situación actual con la enfermedad del Alzheimer.
Mau abrió su corazón. En esta oportunidad, el Alzheimer que padece su abuelo se convirtió en la excusa que los une y que le permite decir cosas como estas:
"Él es mi abuelito, un héroe de la
patria, de esos miles que merecen ser honrados todos los días por todos
nosotros gracias a su esfuerzo, valentía y coraje. Papá de cuatro hijos: Adriana,
Rodolfo, Juan Pablo y Manuel. Amante de los caballos. Fue quien enamoró a toda la
familia de esos hermosos y majestuosos animales, en los que recorrió todo el
país, al ser del cuerpo de Caballería del Ejército.
Mi abuelito desde muy temprana edad,
tuvo la gallardía de escoger la carrera militar como profesión, su inmenso amor
por la patria lo llevó a hacer parte de las gloriosas filas de nuestro Ejército
Nacional, ingresando así a la Escuela de Cadetes “José María Córdova”, donde se
graduó como Subteniente del Ejército.
Gracias a esta institución conoció
gran parte de Colombia. Fue feliz y se hizo a pulso; hizo parte recién graduado
del “Grupo Guías de Casanare” en Yopal, de ahí, fue trasladado al “Grupo
Rondón” en la Guajira, posteriormente a la ciudad de Bogotá, a la “Escuela de Infantería”.
Pasó por el “Cuartel General” (cómo se le conocía en su momento) de Ipiales, en
Nariño.
Hoy en día que sufre de Alzheimer quisiera, y yo sé que en el fondo de su mente y su corazón él entiende todo esto"
Siguió su carrera en Cali, en la
“Tercera Brigada”. Luego Ibagué, en el “Batallón Rooke”. Y para culminar su
carrera, su última unidad como comandante fue la de la “Escuela de Equitación”
de Bonza, culminando así su ardua carrera en el grado de Teniente Coronel.
Después de haberse retirado, estudió
derecho, se graduó con honores y el día de su graduación el diploma le fue
entregado por su primera Nieta, Carolina. Fue muy aplaudido y aclamado por
todos sus compañeros de carrera.
De las cosas que recuerdo de mi
abuelito, eran en primer lugar su carácter; cuántos cocotazos no se llevaron
mis hermanos por parte del abuelito por portarse mal. Como buen militar, le
gustaba el orden y la disciplina. Sin embargo, a través de esa seriedad que se podía
evidenciar en su cara, que usualmente hacía pensar a gran parte de la gente que
era un hombre malgeniado, era su gran amor por su familia, por sus hijos y sus
nietos.
De hecho, junto a mi Abuelito y mi Tía
Adriana, di mis primeros pasos de vida en Cali, en el año de 1997 aproximadamente.
Era un hombre deportista. Siempre fue flaco durante su juventud y ya siendo un
hombre, se destacó por estas virtudes como Cadete. También era un hombre honrado;
jamás infringió la ley.
Siempre fue muy recto en sus cosas… y
qué mejor ejemplo para reflejar esto que en el hecho de que sus hijos, Rodolfo
y Juan Pablo, son militares. El primero está en la Armada y el segundo en el Ejército,
alcanzando cada uno la cúspide en sus carreras como Almirante y General. Ellos jamás
han tenido una sola investigación por ninguna conducta irregular, tal cual como
mi Abuelito.
Otra de sus grandes virtudes era su
gran capacidad lectora; le encantaba leer. Tan es así que podía en un mes
leerse tres o cuatro libros, reflejando una brillantez e inteligencia
extraordinaria, tanto para expresarse como escribir, porque también era un gran
poeta, con una caligrafía de igual manera excepcional.
Son tantas las virtudes y cualidades
humanas de mi Abuelito Rodolfo, que me quedo corto en este pequeño escrito en
expresárselas. Hoy en día que sufre de Alzheimer quisiera, y yo sé que en el
fondo de su mente y su corazón él entiende todo esto (así como cuando ve programas
de caballos en televisión que sonríe y se alegra), decirle:
Abuelito… ¡todos te amamos, todos te
queremos y todos tenemos en el fondo de nuestros corazones lo que fuiste, lo
que eres y lo que seguirás siendo! Jamás nadie, ni ninguna enfermedad, podrá arrebatarte
tu legado ni tantas cosas buenas que hiciste a lo largo de tu vida. Tenerte
aquí en vida con nosotros cada año es el mejor regalo de Dios porque eres una
luz y una alegría para toda la familia. Quisiera tal vez haber podido compartir
un poco más de mi vida contigo, que vieras crecer a todos tus sobrinos que te
queremos tanto y ver en lo que nos hemos convertido cada uno.
Pero en el fondo yo sé que tú lo sabes
y aunque no lo puedas expresar con palabras, sí lo haces con gestos, con
sonrisas y con esa mirada profunda y hermosa que sale de tus ojos cada vez que
los abres. Te amo con todo mi corazón, Mi Coronel. Gracias infinitas por las
miles de enseñanzas que le transmitiste a mis tíos, especialmente a mi papá,
porque me ha formado de la misma manera que tú lo formaste a él.
Con amor, Mau. Tú quinto nieto".
Palabras que salen del corazón de un adolescente que siempre admiró a su abuelo y que hoy, al verlo con Alzheimer, fortalece sus sentimientos y los comparte abiertamente. Toda una vida de amor, respeto y orgullo, resumidos en unas emocionantes letras. Así es el amor de un nieto hacia uno de sus familiares más queridos.