Contenido publicado en el Diario El País (España): “Cuando
se apaga la lógica toca encender el cariño, la empatía y la emoción”.
Olvidarse de las vivencias más fundamentales no es el único
síntoma de la enfermedad del Alzheimer. Los problemas para comunicarse y
comprender a los demás también son devastadores. El vocabulario disminuye, los
enfermos dejan de entender conceptos y, a largo plazo, mantener una
conversación con ellos se vuelve imposible.
"Son personas que escuchan a través de la piel. Les
dice mucho más una caricia, un beso o un abrazo que una frase que no
entienden", asegura José Antonio Reyes, neurólogo del Hospital Regional de
Málaga.
Establecer un contacto adecuado con ellos requiere dominar
dos claves: decir lo máximo posible en el menor número de palabras –que,
además, deben ser sencillas– y apoyarse en la comunicación no verbal.
En las personas que padecen Alzheimer, la capacidad de
expresión, la lectoescritora y la verbal se desvanecen gradualmente, mientras
desaparecen el juicio y la comprensión. El proceso no es aséptico en lo que se
refiere a las emociones sino todo lo contrario. "Las personas se vuelven
rígidas, más irritables y apáticas", advierte Reyes. "Y la
comunicación se vuelve complicada, algo que termina afectando al enfermo y a
sus familiares", añade.
Cuando la neurodegeneración está en fase leve, la principal
recomendación es que el contacto se establezca a través de frases cortas y
directas "porque los enfermos se van a quedar solo con lo último",
dice Arminda Albarracín, psicóloga clínica de esta entidad que atiende a 25
enfermos que acuden a los talleres a diario.
Albarracín aconseja no hablar rápido ni fuerte porque, tras
esos tonos, pueden percibir enfado. "Tampoco hay que hablarles como a un
niño pequeño", aclara. Ponerse delante para que nos vean bien el rostro y
gesticular lo menos posible son dos pautas igualmente importantes.
En esos primeros pasos del Alzheimer, los enfermos van
perdiendo vocabulario y pueden tener problemas para expresar conceptos tan
simples como el de "vaso". "Dirán 'pásame el chisme' o 'acércame
esa cosa', incluso darán giros como 'dame eso que sirve para beber", añade
Mónica Pérez, también psicóloga y directora de la Asociación de Familiares de
Enfermos de Alzheimer de Cantabria.
La profesional pide empatía. A todos nos ocurre que, en un
momento dado, no nos sale una palabra o tenemos un nombre en la punta de la
lengua pero no terminamos de decirlo. "Pues eso a ellos le pasa
continuamente", dice la especialista. Si les ayudamos a dar con el
concepto que no pueden expresar, lo advertirán.
La memoria está en
los besos
A medida que la enfermedad se desarrolla, la conversación se
complica cada vez más porque el lenguaje se vuelve muy reducido, lo mismo que
la comprensión. "Hay que usar frases cortas y palabras que digan
mucho", insiste Pérez, quien también recomienda que no haya conversaciones
en grupo porque las personas con Alzheimer pierden el hilo y se aíslan, y que
las charlas sean cada vez más sencillas. Por supuesto, hay que dedicar más
tiempo a cualquier conversación: las prisas deben desaparecer.
Una vez que la degeneración avanza y llega a una fase
moderada, la comunicación debe cuidarse más, si cabe. Las frases han de ser aún
más sencillas y breves, y hay que tener en cuenta que llegará un punto, antes o
después, en el que las personas enfermas ni comprendan lo que se les dice ni
sepan expresar lo que sienten.
Es ahí donde entra en juego más que nunca el lenguaje no
verbal, y lo hace en ambas direcciones. Desde el punto de vista de los
enfermos, por ejemplo, si no recuerdan la palabra o apenas pueden expresar un
concepto, ¿cómo señalan, por ejemplo, que quieren ir al baño?
"Hay que aprender nuevos signos. En ese caso hay que
ver cómo la persona se levanta, se vuelve más inquieta, quiere abrir una
puerta, siente malestar… hay que tener mucho ojo para estas cosas",
insiste Arminda Albarracín.
Familiares y cuidadores deben desarrollar recursos
comunicativos como señalar una cafetera para acompañar a la pregunta de si
apetece un café, con lo que se alcanza una mayor comprensión del mensaje que se
quiere comunicar.
Finalmente, llega el mutismo. El lenguaje se pierde por
completo o se convierte en unas palabras sueltas o sonidos. Es ahí donde toma
especial importancia la comunicación no verbal. "A través del cariño, la
paciencia y el respeto se consigue mucho más que si perdemos los nervios",
añade Albarracín.
Ella recomienda siempre a los familiares el libro La memoria
está en los besos, que destaca que, una vez perdida la comunicación verbal, las
caricias, las sonrisas, los abrazos, los paseos cortos y los juegos son básicos
para mantener el vínculo.
"Perciben el componente emocional y eso les sienta muy
bien", remacha el neurólogo José Antonio Reyes, quien destaca que, aunque
aún queda mucho por descubrir sobre el Alzheimer, sí se sabe que es una enfermedad
prevenible. ¿Cómo?
Es tan fácil como mantener hábitos saludables. "No fumar, no beber, tener una vida activa social e intelectualmente, una dieta equilibrada, descansar bien… cosas básicas que no siempre controlamos y que ayudan a que la enfermedad no aparezca o lo haga lo más tarde posible. Es algo que está en nuestra mano", concluye con optimismo especialista del Hospital Regional de Málaga.