Esta sección está orientada a visibilizar y honrar a un
ejército de personas que de una forma discreta y callada dedican su vida a
cuidar de manera formal a personas afectadas por Alzheimer.
Los cuidadores son un grupo de mujeres y hombres que dedican
su tiempo a cuidar de la mejor manera y que establecen unos vínculos muy
potentes con sus pacientes. Sus historias de vida nos explican muchas veces de
dónde sale su vocación y los aprendizajes que han obtenido con esta loable
misión.
Esta primera entrevista está dedicada a Ullola Mosquera Daza,
de 45 años de edad. Ella es Auxiliar de Enfermería de la Fundación Jacinto
Mosquera y Figueroa de Popayán, graduada en el año 1998.
Labora como cuidadora en la Fundación Alzheimer hace 18 años
como Coordinadora de los Auxiliares de enfermería, con las más altas cualidades
de responsabilidad, compromiso, humanidad, sentido de pertenencia, compañerismo
y espíritu de superación. Es un ejemplo de dedicación, paciencia y humildad para
los que compartimos con ella. ¡Gracias Ullo!
¿Por qué motivo
escogió su profesión?
Ullola Mosquera: "Desde niña pertenecí a un grupo dirigido
por las monjas del pueblo, llamado grupo juvenil. Ahí realizábamos actividades
para celebrar fiestas importantes, como el 25 de diciembre, cena para los niños
y pequeños detalles. Además, siempre jugué con mis amigas a la enfermera. Les
aplicaba inyecciones de mentiras, y les decía a mis padres que quería ser enfermera
para servir a las personas enfermas y salvar vidas".
Ullola Mosquera en labores en la Fundación Alzheimer.
¿Cómo empezó a cuidar
personas mayores?
UM: "Conocí a una familia que cuidaba una paciente, pero no
podía pagar más la enfermera. Así empecé a cuidar a la señora Magnolia López
Londoño, quien fue la primera paciente de residencia de la Fundación. Luego, ella
se fue a otro país, y empecé a trabajar con la Fundación".
¿Qué es lo que más le
gusta de su trabajo?
UM: "Es servir y brindar amor, compañía y respeto. Mejorar la
calidad de vida de las personas que están a mí alrededor. Trabajar en equipo,
socializar con los compañeros de trabajo y que todos los turnos salgan bien.
También me agrada, y me da miedo a la vez, la confianza que en este momento
todas las familias y la gran mayoría de los compañeros tienen en mí, siempre
esperan lo mejor y me gusta que todo me salga bien".
¿Y lo que menos le
gusta?
UM: "Lo que menos me gusta de mi trabajo es cuando se
presentan inconvenientes graves con pacientes que desmejoran la calidad del
servicio que estamos prestando. También cuando los pacientes fallecen.
Un aspecto, que creo a veces no es correspondido por algunos
familiares, es que en nuestro trabajo cometemos errores, y los enfrentamos para
no volver a cometerlos. Pero las familias se olvidan de todo ese amor,
dedicación y paciencia que durante años les hemos entregado tanto a los
pacientes como al círculo familiar".
¿Qué ha aprendido
usted en este trabajo?
UM: "Desde que llegue a la Fundación se transformó mi vida.
Yo era una persona muy tímida, pero aquí he fortalecido mis principios como
persona y también a valorar cada día, todo lo que Dios nos brinda. He aprendido
fundamentalmente a tener paciencia con todas las personas".
Dada su experiencia,
¿qué mensaje podría ofrecer a los cuidadores de personas con Alzheimer?
UM: "Mi mensaje como cuidadora es siempre tratar a los
adultos mayores con paciencia; respetar su autonomía y dignidad, teniendo en
cuenta que son personas que merecen y demandan de mucho amor y compañía
constante ya que son frágiles y no pueden valerse por sí mismos. Como
reflexión, quiero que piensen: si estuvieran en la misma situación de fragilidad,
¿cómo les gustaría ser tratados?".