Importante
información compartida por el blog de la Fundación Pasqual Maragall en estos
tiempos de cuarentena en Colombia. La emergencia en el país llevó a tomar esta
medida en busca de evitar la propagación del coronavirus y frente a eso vienen
algunas dudas de cuidadores de personas con Alzheimer. Acá algunos consejos:
Afrontar la situación desde la serenidad
Ante esta emergencia
sanitaria todos debemos cuidarnos para paliar las consecuencias que esta
situación puede generar, sobre todo para evitar que el sistema sanitario se
colapse y que las personas más vulnerables enfermen. Como seres
biopsicosociales que somos, tenemos que cuidar nuestro cuerpo, nuestra mente y
nuestra esfera social. Todas estas facetas, además de interactuar entre ellas,
se ven afectadas, en mayor o menor medida, por la situación actual de
confinamiento.
La preocupación por
gestionar de la mejor manera posible el día a día en obligado confinamiento,
unida a la incertidumbre por el impacto que esta situación pueda tener en
distintos ámbitos (económico, social, sanitario…), tanto a nivel individual
como colectivo, puede conducir a un estado de estrés y ansiedad. Esta reacción
es comprensible, pero hemos de procurar afrontar la situación desde la
serenidad.
La convivencia
familiar ininterrumpida no siempre es fácil de gestionar y, con un familiar con
deterioro cognitivo o demencia, es aún más compleja. Claramente, la situación
actual exige dotarse de una buena dosis de paciencia, tolerancia y empatía, que
solo desde el amor, el conocimiento (y autoconocimiento) y la responsabilidad
puede afrontarse con sensación de control de uno mismo.
Manejar la ansiedad y el estrés del cuidador
La ansiedad y el estrés
pueden provocar la disminución de nuestras defensas y afectar a nuestro sistema
inmunológico, y estamos en unos momentos en que lo necesitamos estar bien
fuertes. Es importante detectar si tenemos síntomas del llamado síndrome del
cuidador, que podría conllevar un proceso de estrés perjudicial para nuestra
salud. Un nivel ajustado de estrés o ansiedad es necesario para hacer frente a
nuevas situaciones, pero presentar niveles elevados no ayuda a manejar
óptimamente la situación.
Algunos de los
síntomas que nos indican que estamos sufriendo altos niveles de ansiedad son:
Físicamente:
palpitaciones, taquicardia, boca seca, sensación de opresión en el pecho,
molestias gástricas, dificultad en conciliar el sueño....
Mentalmente:
dificultad de concentración, irritabilidad, incapacidad para tomar decisiones,
pensamientos negativos...
Emocionalmente:
miedo, desesperación, sensación de falta de control, síntomas depresivos...
Para tratar de
minimizar el impacto de esta situación en nuestra salud y bienestar, así como
en los de la persona a quien cuidamos, pueden ser de gran utilidad diferentes
técnicas para controlar la ansiedad. El abanico de posibilidades es amplio y
cada uno puede optar por aquellas que más se ajusten a sus características
personales y posibilidades.
Gestionar el día a día
La persona que cuida
necesita poder encontrar, aunque sean breves, espacios para sí misma que le
ayuden a mejorar su bienestar y aumentar así su cota de paciencia y capacidad
de control. Para ello hay técnicas psicológicas de gran ayuda para mejorar
tanto el estado físico como el mental. Una técnica de relajación fácil de
practicar, es la relajación muscular progresiva, cuya práctica ayuda a
controlar los niveles de estrés y ansiedad. También puede resultar muy útil la
técnica de respiración diafragmática.
Para tratar de
rebajar su posible nivel de ansiedad y confusión, es recomendable observar a
nuestro familiar con Alzheimer y detectar qué situaciones le alteran y cuáles
le calman. Para ello es importante fomentar la empatía para procurar comprender
su perspectiva.
Podemos pensar en
actividades que puedan resultar placenteras para ambos, siempre adaptadas a las
posibilidades y preferencias de cada caso: escuchar música, bailar, cocinar
juntos, mirar álbumes de fotos… y procurar incorporarlas en las rutinas de cada
día. Nuestra visión de cualquier situación, la forma cómo la percibimos (por
ejemplo, como una oportunidad y no como una amenaza) influye claramente en
nuestro bienestar.
Aunque no estamos
viviendo una circunstancia agradable, podemos aprender mucho de ella. Por
ejemplo, valorar la situación como una oportunidad para poder dedicar mayor
tiempo para atender a nuestro familiar sin prisas, manejar los tiempos sin
presiones externas, fomentar conversaciones familiares (ya sea con quienes
conviven en casa, por teléfono o por internet).
Obviamente, no
dejarán de existir y necesitaremos manejar los conflictos propios de la
convivencia, unidos a los que se pueden derivar de los síntomas de la propia
enfermedad. Es recomendable tener en cuenta algunos consejos para afrontar el
día a día con una persona con Alzheimer y que una adecuada comunicación puede
ahorrarnos confrontaciones desagradables.
Situación complicada, pero temporal
Ante todo, tengamos
cuenta que esta situación es temporal y que, más adelante, volveremos a
nuestras rutinas, a disponer de servicios ahora cancelados, a poder abrazar a
nuestros seres queridos, a dar paseos por las calles, a salir con amigos y a
disfrutar de encuentros familiares. Probablemente entonces valoraremos con
mucha más intensidad lo que hace tan solo unos días nos parecía normal.
Estos días, además,
estamos viendo cómo afloran valores comunitarios que demuestran que nuestra
sociedad, mayoritariamente, es buena: apostar por el bien común, destacar el
valor de la solidaridad y la fraternidad, sentirse parte de un colectivo
“humano” y protegerlo por encima de todo. Intentar adoptar un enfoque positivo,
dentro de la dura realidad, siempre nos ayudará a relajarnos, a evitar estados
de ansiedad y a potenciar nuestra capacidad de resiliencia. Si conseguimos
controlar el temor y la ansiedad será más fácil adaptarnos a una situación tan
extrema, donde prime nuestra protección, la de nuestros seres queridos, y la de
la sociedad en general.